miércoles, julio 4

El exprimidor de libros (VI)

“El emperador romano de procedencia siria Vario Avito Basiano (205-222), coronado a los catorce años con el nombre de Marco Aurelio Antonino, aunque más conocido con el sobrenombre de Heliogábalo, tuvo una vida ciertamente extravagante. Desde su primer día en Roma no dejó de asombrar a sus súbditos. Entró en la metrópoli subido a un lujoso carro tirado por mujeres desnudas. Era tan afeminado que se vestía frecuentemente con ropas femeninas y simulaba que se casaba con gladiadores. Según los relatos (la mayoría de los cuales nos han llegado gracias a que el propio emperador dispuso que un cronista legase para la posteridad el detalle de sus festines y andanzas), sus banquetes no sólo eran pantagruélicos, sino a cada uno más extravagante. A uno de ellos, por ejemplo, invitó a ocho jorobados, ocho cojos, ocho gordos, ocho esqueléticos, ocho enfermos de gota, ocho sordos, ocho negros y ocho albinos. Durante los banquetes se complacía en gastar continuas bromas, de diferente gusto, a los invitados. Por ejemplo, a la hora de los postres, cuando ya todo el mundo se hallaba bastante afectado por la bebida, el emperador mandaba cerrar las salidas del comedor y hacía soltar una manada de fieras salvajes a las que previamente había hecho arrancar los dientes y las garras (claro que tal extremo lo desconocían los aterrados comensales). En una ocasión se prendó de un cocinero hercúleo llamado Aurelio Zótico. En sus festines casaba a los comensales unos con otros, y allí mismo habían de consumar su matrimonio. En cuanto al lujo y derroche de su vida, basta decir que se jactaba de no haber bebido nunca dos veces en el mismo vaso, y se entiende que todos ellos eran de oro y plata. De las orgías y banquetes de Heliogábalo salían todos, hombres y mujeres, derrengados; abatidas sus fuerzas, desgreñados sus cabellos, molidos sus cuerpos; pero con un gran botín, pues los tesoros del imperio se empleaban todos en la continuada crápula a que se entregaba el emperador”

¿Les habrá prometido toda esta extravagancia y más el mago Adelson? Ya vengan los afortunados invitados del emperador procedentes de Catalunya o de Madrid, estoy seguro que los españolitos estamos ya encerrados en ese comedor donde soltar a las fieras salvajes mientras saboreamos postres con las texturas de La Roja. Desafortunadamente para nosotros, nadie les ha arrancado colmillos y zarpas, sino más bien lo contrario, las traen bien afiladas y ágiles. Para trepanarnos los occipitales y sacudirnos el cerebelo, aquí tenéis información y opiniones de las buenas.

“El emperador romano Domicio Claudio Enobarba, Nerón (37-68) a pesar de la fama que le colgó la historia, no fue ni más ni menos que uno de tantos emperadores corrompidos. Además de infinidad de tropelías y crueldades, cometidas por este impúdico que ninguna parte de su cuerpo podía considerarse virgen, fue el inventor de la moda del agua de rosas, por la que sentía tal predilección que en cierta ocasión gastó 4 millones de sestercios (equivalentes a unos 120.000€ actuales) en aceite, agua y pétalos de rosa para sí mismo y sus invitados en una sola fiesta nocturna ofrecida en pleno invierno a uno de sus mejores amigos. Y se sabe que en el entierro de su esposa Popea, en el año 65, se gastó una cantidad de perfume que superaba la producción anual de Arabia. Incluso se perfumó a las mulas que formaron parte del cortejo fúnebre.”

No entiendo la llorera de este gallego… 4,8 millones de euros del erario público para esprais de churros, tempura y tortitas. Total, mientras la restauración y el turismo de este país arde, seguro que algunos seguirán componiendo y tocando la lira, como el emperador perfumado en agua de rosas. O como las mulas del cortejo fúnebre…

Biblioteca Gastromimix, s/f ca. 1900

“La leyenda y la narración literaria de la existencia del conde Drácula están basadas en la vida real de Vlad Tepes el Empalador, príncipe de Valaquia del siglo XV, que se autotitulaba en 1436 ‘Vlad, hijo del difunto príncipe Mircea, vaivoda de las regiones transalpinas’. Al parecer, este príncipe gustaba de celebrar sus antropófagas comidas al aire libre, rodeado de sus víctimas aún vivas, clavadas de pies y manos en un tablero para que la agonía durase más y regando cada plato con la sangre de los infelices, convencido de que esto le daba fuerza y poder sobrenaturales. Hacía decapitar a los prisioneros turcos para asar sus cabezas y dárselas de comer a otros prisioneros. Un día hizo hervir vivo a un gitano y se lo dio a su familia para que lo comiesen.”

Un gourmet a lo bestia el señor Vlad. No sé a que esperan las editoriales para sacar un libro de recetas caníbales. Tenemos canibalismo en directo y en la calle que vuela de Miami a Wenzhou, sea por consumo de drogas o por vudú. Tenemos restaurantes que ofrecen delicatessen humana en Berlín, México o Brasil. Se filman películas del caníbal de Rotemburgo y seguro que debe estar en marcha ya la del caníbal de Montreal. Y un japonés ofrece vía tuiter sus propios genitales y los cocina para “cinco selectos comensales en un elegante banquete”.

“El orador, médico y poeta del siglo XVII Gaspar Balaus se creyó hecho de mantequilla, por lo que eludía cualquier fuego o fuente de calor por miedo a derretirse. Un día muy caluroso, temiendo fundirse, se arrojó de cabeza a un pozo y murió ahogado.”

No caerá esa breva y que algunos se crean Echiré o Tulipán este agosto y se lancen de cabeza a un pozo. Muy hondo y sin agua, por supuesto.

“El sultán selyúcida Key Coubat I ha pasado a la historia por fabricar 300 tiendas de campaña para su ejército con los testículos y escrotos de 30.000 enemigos capturados en batalla.”

Y si no encuentran un pozo, cuidadín con que los furibundos indignados, tiznados mineros, parados muy parados, inmigrantes y emigrantes, jubilados pastilleros, hipotecados sodomizados y todos esos disfrutones de la seguridad social, se lancen a las calles a rebanar partes nobles y hacerse unas carpas para tomar unas cañas a la sombra de tanto achicharrante abuso y esperpento autonómico, nacional y europeo. Sí, también hablo del mundo de la gastronomía. 

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